James Hamilton es un fotógrafo fuera de serie, de “esa” otra época del periodismo. La construcción del ambiente de cada época va a toda velocidad, pero sumerge al espectador en ella con destreza y entusiasmo. Está fotografiado todo el mundo, pero la película no es un desfile incesante de caras que celebran al homenajeado; más bien hay momentos en los que él charla con otra gente, alguna conocida y otra menos, lo que le da una calidez casi familiar, lejos de la burocracia hagiográfica de otros documentales con asuntos parecidos, en los que las cabecitas cumplen su misión y desaparecen. Acá todos parecen formar parte de la historia, la misma historia u otras parecidas; vivencias comunes que se recopilan con entusiasmo y sin nostalgia. David Obarrio
