París, Texas

Un hombre camina por el desierto de Texas sin recordar quién es. A medida que va recuperando la memoria y se relaciona con personas de su pasado, se plantea la necesidad de rehacer su vida.

Wenders ha sido muy elogiado por cómo logra transmitir un estilo –casi un “toque Wenders”– a la forma en que filma y vuelve fotogénicos a los paisajes. Pero si su talento acabase allí, no habría hecho París, Texas, y menos aún la última escena. Una bestia, habría que ser una bestia para no conmoverse ante la última escena de París, Texas. Wenders no siempre ha evitado la frialdad y el manierismo, pero lo que le salva de la comodidad es su convicción de que debe haber una distancia (y solo una) desde la cual cada cosa (hombres y paisajes) aparece no solo como extrañamente “distanciada” sino como promesa afectuosa de un secreto. Un secreto que no podríamos contar (Ozu), que sería elegante callar (Dwan) o doloroso revivir (Ford). Serge Daney