Nunca fui a Disney

I've Never Been to Disney

Unas vacaciones más que Lucía pasa en San Bernardo. A sus once años, ese pueblo costero desolado no parece ser el mejor plan en medio de una crisis familiar. Sin embargo, el quiebre en su familia y ese entorno aparentemente vacío empujan a Lucía a descubrirse a sí misma.

En algún momento, los descubrimientos infantiles pasan a ser descubrimientos de la adolescencia: en ese pasaje, en esa bisagra, se ubica Nunca fui a Disney. Y lo hace con infrecuente sensibilidad, con rara eficacia, sabiendo que el personaje que crece es la clave. En ese sentido, el primer gran hallazgo de esta ópera prima es su protagonista, Lucía Martínez Lag, actriz en el sentido más primigenio del cine, eso que pedía David W. Griffith: una mirada cargada de vitalidad cinematográfica y una presencia insoslayable y empática. A partir de ella se articula esta película que además pone en escena aquella máxima godardiana de que el cine es la expresión de bellos sentimientos, incluso cuando están a punto de estallar. Javier Porta Fouz