Todas esas pocas cosas que ocupan lugar. Ocupan espacio físico, mental, espiritual, emocional. Un padre muerto joven, y una hija que crece y decide hacer una película –esta película– no tanto sobre su padre sino sobre qué es lo que hará ella con la leyenda que le pesa. Para peor, o para mejor, hay muchas imágenes de su padre en televisión, en cine… incluso en la legendaria Color escondido. La vieja y tonta leyenda de un padre muerto no solo es una de las películas más singulares en el amplio mar de cine sobre familiares, sino que además revela nada menos que una personalidad fuerte, la de la directora-hija, que encuentra un tono que le permite ganarse el derecho al humor, al fastidio y a la libertad de la contradicción. Javier Porta Fouz