Irondy

Townspeople

El bosque se vuelve inseparable del canto de Chevugi, el habitante más antiguo de la comunidad åché, que encuentra en el monte su fuente de vitalidad. Escuchar al monte es escuchar el pre’ê de Chevugi, un rezo que recuerda a los que ya no están.

Una voz nos lleva por la selva, una voz antes que un cuerpo (aunque esté presente, aunque viva en la imagen). Estamos en manos de alguien que necesita contarnos algo. Frente a esa urgencia, la necesidad se impone con modos suaves, entendiendo que a veces no es necesario gritar para ser oído, que incluso es mejor gritar menos para ganar en profundidad y en trascendencia. ¿Qué se hace con estas historias que de tan dolorosas parecen imposibles de ser dichas? Irondy ensaya una manera, acaso la única posible, la de construir un espacio de humanidad para darle dimensión al horror, para también conectar con la vida. Cine testimonial de formas mínimas, hecho de cuerpo y naturaleza. Magdalena Arau