El placer es mío

The Pleasure Is Mine

Antonio se dedica a la venta de marihuana y establece conexiones con personas que conoce a través de aplicaciones, aprovechándose de ellas para robarles dinero. La convivencia con su madre es conflictiva, y la urgencia de escapar lo lleva a emprender un viaje sin retorno hacia un destino sureño.

Antonio, urbanita y tiburón, se apropia de su placer y del de los extraños, por eso el título parece una declinación de La venganza es mía, la película de Imamura. Su capacidad de adaptación, de reacción y de ritmo va pareja a la de Max Suen que le incorpora. Una película de y con calle de fuerza impactante con un entramado literario en cuyo soterramiento se juega el arte de Amaral. La construcción de cada escena está tan lograda que da la impresión de que solo puede funcionar así merced a una confianza asombrosa, una especie de conquista de la facilidad. Hay métricas pausadas que se convierten en verdadera gramática al compás de los nocauts entre los “amantes” a medio camino del éxtasis y la muerte, dignos de Terence Stamp. Álvaro Arroba