Barcos y catedrales

Ships and Cathedrals

Quizás lo ya vivido sea más importante que lo que queda por vivir, piensa Antonio mientras quema las pertenencias que fueron de su padre. Barcos y catedrales narra su encuentro con Emilia y cómo logra salir de la inercia en la que transcurre su vida.

La ópera prima de Nicolás Aráoz, hombre de relatos, va a contramano del gesto del cine que hace de la particularidad un concentrado que busca la aprobación. Como en el cine clásico, los personajes de Aráoz habitan ese pueblo tucumano; en los días del sexagenario Antonio, que juega otra vez a ser organillero, hay amor, hay crimen, y entran en juego decisiones de vida tanto como la política y sus tensiones de clase. Aráoz captura el fluir del tiempo, tan asfixiante como manso, tan comunal como infierno personal, en una película que respira un poema de Inés Aráoz: “Si el lenguaje es formulación, asimismo fulguración / Paraíso e infierno una misma célula, riente o colérica / Y la alegría es Dios”. Juan Manuel Domínguez