Ernesto Romeo tocó en la mejor formación del grupo Pez, tocó en Klauss y en otras muchas bandas y en innumerables discos. La película de Gabriel Zaragoza registra en principio la preparación de una instalación del músico que al final se ve frustrada. Sin personaje y sin película, el director entra en un vacío atemorizante, pero no así esta película, Los espejos de la naturaleza, que cambia de forma y de objetivo: se convierte en mutante, en derivativa. Es la película de una película que espera encontrarse: una que no se ha hecho, que no se sabe si se hará. Con un denuedo de maratonista, Zaragoza se expone febrilmente en la incertidumbre mientras ofrece trazos de una búsqueda de sentido que es quizá también la de sí mismo. David Obarrio