La alegría

The Happiness

Crisis económica y un calor agobiante en la ciudad costera más importante de Argentina. Mikei comienza a trabajar para Oscar, autoproclamado inventor de los trenes de la alegría. Una vez en el tren, comenzará un verano lleno de alegría, decepciones, locura, sexo e ítalo-disco.

A los "trenes de la alegría" (que contienen una mentira ostensible ya en su propio nombre) y sus tripulantes (piratas del copyright con tendencia al kitsch) se los puede pensar a la luz de la idea china de shanzhai: falsificaciones que no pretenden engañar a nadie, mutaciones ingeniosas, parodias subversivas del capitalismo. O, mejor aún, se puede jugar con ellos como hace Tomás Pernich en esta comedia de imaginación desenfrenada y nada apta para menores de edad. El hombre de la máscara de Mikei es el héroe, más proletario que homérico, de una micro-odisea sobre ruedas (y no rieles) que, entre sexo, droga y música de sintetizadores, cumple con creces la promesa de su título. ¡Todos a bordo! Agustín Masaedo