Las chicas están bien

The Girls Are Alright

Un grupo de mujeres jóvenes se reúne en una casa de campo durante una semana para ensayar una obra de teatro. Una historia de verano sobre princesas, caballos, sapos, una hoguera, una fiesta, un río, muchas cartas e incluso un príncipe confundido.

Acomodada felizmente en su levedad –sus escenas nimias, sus diálogos casuales, su ausencia de ripios o incisos dramáticos–, la primera película de la estupenda actriz Itsaso Arana hace lo suyo con desusada eficacia. Algo de Jonás Trueba, pero en el campo, con Rivette y la elegancia de los desdoblamientos que ofrece la ficción, el afrancesamiento esmerado de las escenas al aire libre: esta historia de chicas fluye sin énfasis ni maniobras trabajosas, con gran tempo narrativo y una particular destreza para los diálogos. Las chicas están bien ofrece el registro de un verdadero sentimiento de comunión femenina en el escenario panteísta provisto por la luz y la vegetación de un pequeño edén de afecto y revelaciones. David Obarrio