Las instituciones de salud mental han sido objeto de muchos documentales recientes y no tan recientes, pero Dejar Romero se destaca inmediatamente por una gran cantidad de motivos: entre otros el minucioso trabajo de seguimiento, la confianza en la cercanía nunca llevada al exceso emocional, la capacidad de describir a los protagonistas en función de los espacios y viceversa, y los notorios hallazgos de documentos escritos del pasado. Dejar Romero es una de esas películas difíciles de describir pero fáciles de ver y de apreciar. Tanto Alejandro Fernández Mouján como Hernán Khourian tenían carreras previas por separado; en este proyecto se juntan y sus miradas se potencian, en un caso de evidente y casi milagrosa sinergia cinematográfica. Javier Porta Fouz
