Bye Bye, Bowser

Luna escribe una canción sobre Laugo, un obrero de la construcción que trabaja frente a su casa. A partir de su viralización, decide conocerlo y así es como entra a su vida, natural e ingenuo. ¿Conducirán los mundos opuestos de acomodada despreocupación y clase trabajadora al colapso de su romance?

La atracción entre opuestos es el fundamento de casi toda comedia romántica, y a esta altura nos hacemos una idea bastante precisa de cómo va a seguir la cosa cuando una estrella de cine entra a una librería atendida por Hugh Grant. Igual no importa, porque no es sorpresa lo que buscamos en una comedia romántica. Y sin embargo, aquí está Bye Bye, Bowser, una bola de demolición incandescente lanzada siempre en direcciones inesperadas, que añade a los mejores atributos del género –empezando por la química de su pareja despareja, siguiendo por la crítica social al servicio del relato y no viceversa– una capacidad de asombro descomunal. Y también la contundencia de una canción punk, de esas difíciles de despegar del corazón. Agustín Masaedo