Osvaldo Bayer fue un hombre honesto y perseverante. Fabio Zurita lo siguió durante años con su cámara encima; estuvo junto a él en presentaciones, en entrevistas ajenas y propias; estuvo en reuniones en su casa. Cada tanto tenía que pellizcarse para estar seguro, pero era cierto: de alguna manera, fue su amigo. El director homenajea al hombre y sus ideas, esas que lo desvelaron toda una vida: su antimilitarismo, su preocupación por el destino de los pueblos originarios, su revisión obstinada de la historia oficial, su cuestionamiento de dogmas de derecha a izquierda. En todo lo que pudo, fue un hombre libre. Zurita consigue un bello retrato de Bayer mientras reflexiona acerca de la necesidad imperiosa de personas como él. Manuel Ramírez